Patronazgo

Patronazgo de la Virgen de la Montaña

El culto a la Virgen de la Montaña existió prácticamente desde la erección de la ermita, participando activamente el concejo de las fiestas de la Virgen y, muy especialmente, cuando era bajada a la ciudad.

En 1688 acordaron, por primera vez, declararla “Patrona de Cáceres”. En 1776 nuevamente se tomó el acuerdo, en sesión de 3 de enero, de nombrar co-Patrona de la villa a Nuestra Señora de la Montaña “mediante la mucha y grande devoción que este pueblo tiene a Nuestra Señora”, acordándose también que “el Caballero Corregidor trate este asunto con el Señor Vicario Eclesiástico a fin de que el citado eclesiástico vote por co-Patrona en esta villa a Nuestra Señora de la Montaña.”

Posteriormente volvieron a ocuparse del asunto y comisionaron al Regidor Don Pedro de Ovando y Vargas para que escribiera al Obispo, pero las circunstancias políticas de finales del siglo XVIII, las guerras del XIX y las corrientes liberales dificultaron, tal vez, la declaración oficial del patronato.

Rigiendo la diócesis de Coria Don Ramón Peris Mencheta recogió el sentir del pueblo de Cáceres y lo solicitó nuevamente al Papa. El Cardenal Vives Tuto fue el relator de la Sagrada Congregación de Ritos, y los padres de la Congregación, oído el informe del Padre Verde, promotor de dicha Congregación, así lo acordaron.

Finalmente, el día 2 de marzo de 1906 el Papa Pío X, ratificó la sentencia por la cual se declaraba “Patrona principal de la ciudad de Cáceres” a la Santísima Virgen de la Montaña, bajo el título de “Madre de la Divina Gracia”.

El día 28 del mismo mes se tuvo noticia en Cáceres de la concesión Pontificia y el día 1 de abril daba cuenta el Obispo en una pastoral a los cacereños y el Alcalde en un Bando a la ciudad.

Se confeccionó un extenso programa de actos lúdicos y culturales. A modo de introito, el Sr. Alcalde, publicó un bando donde se informaba a los ciudadanos del nombramiento que había recaído sobre la Santísima Virgen e invitaba a toda la ciudadanía a participar activamente en todas las celebraciones previstas.

El 30 de marzo de 1906, comenzó un solemne Te Deum, en acción de gracias por el nombramiento, y, el 25 de abril se celebró la multitudinaria procesión de bajada de la Sagrada Imagen.

El día siguiente, comenzó el Solemne Novenario, que fue predicado por Don Antonio Martínez y Martínez, de la parroquia de la Santa Cruz de Madrid. Actuaron los cantores, Don Manuel de Larrañaga y Don Juan Gurruchaga, también provenientes de la capital.

El día 27, se celebró un vistoso desfile de carrozas, siendo todas alusivas a temas marianos. Fueron escoltadas por el llamado “Batallón Infantil”, formado por niños cacereños.

El día 28 tuvo lugar una velada artística en el teatro principal de la Plaza de las Canterías, que contó con quince números de música, canciones y recital de poemas. Intervinieron el Predicador del Novenario, los cantores anteriormente citados, Don Publio Hurtado, Don Joaquín Acedo, Don Santiago Gaspar y Don Carlos Barriga (Sacerdotes), Don José Luís Gómez Santana, Don Diego Regidor, Don Luís Grande, Don Diego Maria Crehuet y el compositor Don Jacinto Cabrera. Presidió el Sr, Obispo de la Diócesis, Mons. Don Ramón Peris Mencheta.

Los actos culminaron con otro desfile de carrozas y la procesión de subida al Santuario, que aunque se celebró en medio de un temporal de viento y frío, no impidió la masiva afluencia de los fieles, que acompañaron a la Virgen hasta su Santuario.

Fruto de esta ingente actividad cultural fue el libro titulado “Antología Poética”, una colección de poemas dedicados a la Virgen por Don Lorenzo López Cruz, Don Antonio Martínez, Don José Luís Gómez Santana y Don Luís Grande Baudesson.